Ante una ciudad silenciosa, de calles casi desiertas, inimaginable aún para las mentes más fantasiosas, pasó este 15 de setiembre el Milagro 2020 en Salta.
Atrás quedó la polémica sobre los aspectos organizativos y las presiones sufridas y ejercidas por cada uno de sus responsables, cuando a las 17:30 de este martes la feligresía católica se congregó en gran número desde sus hogares frente a las pantallas para seguir por televisión o por redes sociales la Renovación del Pacto de Fidelidad a los patronos tutelares.
A esa hora todo quedó atrás y solo afloró la fe del pueblo, que con desesperación busca donde ampararase ante semejante sacudón dado por la pandemia, como en los terremotos que originaron los cultos del Milagro.
Si hasta el máximo representante de la iglesia se quebró y con mucho esfuerzo pudo dar su mensaje antes de pronunciar las palabras de la renovación.
Un mensaje que a tono con el tiempo que vivimos, giró sobre las dificultades por las que atraviesa el sistema sanitario y el reconocimiento para los médicos, enfermeros y demás trabajadores esenciales que con solidaridad le ponen el cuerpo a la pandemia.
Muchos adornaron la puertas de sus hogares con flores, estampitas y hasta pusieron la bandera. Fue el mudo lenguaje al que acudieron para decir sin palabras que estaban presentes.
Y es que este año, a falta de demostraciones masivas, la procesión fue por dentro y esa energía de esperanza sobrevoló el cielo salteño.
Este día será recordado por muchos años como la jornada donde no hubo muchedumbres en la plaza o en el Monumento 20, pero el día donde se aglomeraron las almas para saludar al Señor y la Virgen del Milagro, los patronos tutelares de Salta.