Martes 12 de mayo en Salta. 

En horas de la tarde se confirma un quinto caso positivo de Covid_19; se trata de una joven que llegó desde el Chaltén, Santa Cruz, previa escala en Buenos Aires.

La mujer regresó a la provincia el 26 de abril y desde entonces permanecía en aislamiento en un domicilio particular junto a una compañera.

Ya por la tarde-noche, se conoce el lugar donde la joven realizaba la cuarentena: Rosario de Lerma, y los vecinos rompen el aislamiento para reclamar por su presencia. La policía debe intervenir para evitar que la situación se descontrole.

Finalmente, en horas de la noche Salud Pública organiza el traslado de la paciente, que es asintomática, al Hospital Papa Francisco. La turba despide a las ambulancias del SAMEC con piedras e insultos.

Hasta ahí la crónica de una jornada de tensión que no hace otra cosa que dejar de manifiesto una nueva forma de discriminación, ya no por el color de la piel, creencias políticas o religiosas u orientación sexual, sino por estar afectado por una enfermedad, esto en pleno siglo XXI.

De más está aclarar que nadie busca enfermarse y mucho menos propagar un virus, cuando se es asintomático, es decir, cuando no se experimenta ninguno de los síntomas que tiene el mal y por lo tanto la persona no se percibe como enferma, pero aparentemente el coronavirus no solo nos lleva al aislamiento físico, sino también a un aislamiento mental.

Claro está que existe en la sociedad temor por la pandemia, pero nada justifica una reacción violenta, sin ponerse en el lugar del otro, que quizas pueda en algún momento ser un familiar o un amigo.

Pasó el triste episodio y el día después llegaron las acusaciones cruzadas y hasta la vecina localidad de Quijano se sumó al pedir a sus vecinos que eviten ir a Rosario.

La pregunta es... que pasará con los próximos casos positivos en Salta?