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NACIONAL

Día mundial de la enfermedad celíaca

Convivir con celiaquía en la experiencia de una psicóloga

Cuando una persona recibe un diagnóstico de celiaquía, la primera reacción emocional muchas veces suele provocar incertidumbre y preocupación. Sin embargo, ante la presencia del mismo, las implicancias psicológicas son distintas y singulares.

La celiaquía lleva a nuevos hábitos
La celiaquía lleva a nuevos hábitos

La negación puede ser la primera reacción ante la confirmación del diagnóstico, cuando resulta difícil aceptar la nueva realidad, o reconocer que ello le cambiará su estilo de vida, ante esto se producen episodios de frustración y enojo. El no poder comer en cualquier restaurante o inclusive no poder consumir un alimento que tanto les gustaba, genera cierto rechazo a la celiaquía.

Es necesario aclarar que la persona con celiaquía posee una condición determinada de vida, la cual desde el momento inicial del diagnóstico comienza a experimentar ciertas modificaciones. Sabemos que con una dieta correcta, segura y permanente, el celíaco, puede alcanzar los niveles nutricionales que había perdido y lograr con ello su total desarrollo físico y neurológico.

Luego del diagnóstico se transitará por diferentes etapas donde paulatinamente se irá aceptando esta nueva condición, generando diversas emociones. Cada persona reacciona de modo singular y diferente al comenzar una dieta libre de gluten, esto depende muchas veces de su experiencia de vida, su personalidad, la edad, condición económica, y del apoyo que puedan brindarle su familia y amigos. El tiempo que se requiere para asimilar el diagnostico está directamente relacionado con estos factores individuales.

La persona con celiaquía ve afectado su entorno familiar, social y laboral con el cual comparte almuerzos, cenas, salidas, diferentes festejos, en donde el consumo de los alimentos que antes consideraba “ricos” comienza a desaparecer.

Si bien muchos logran adaptarse e incorporar la dieta como parte de sus vidas, otros pueden padecerla. Entre las principales preocupaciones manifestadas se observan conductas de aislamiento, vergüenza, temor a la contaminación por

gluten de los alimentos, preocupación por causar molestias al otro, se genera dificultad al querer sostener la dieta de manera continua, esto se debe a que muchas veces lo hacen con un elevado costo emocional.

Aparecen sentimientos negativos internos y también dirigidos al entorno, en la vida cotidiana o reuniones sociales, donde al llegar se encuentran con situaciones donde no se contempló su tipo de alimentación libre de gluten, el enojo se expresa sintiendo que estas personas son las “culpables” del malestar que generó la situación, sentir que ese “otro” ya sea familia o amigos no reconocen sus necesidades, también los puede llevar a sentirse desplazados.

Otras veces se genera un sentimiento de culpa en el paciente ya que su entorno debe modificar una actividad por su condición, el hecho de tener que asistir a sitios libres de gluten o de tener que modificar un menú solo por ellos, le genera sentimientos encontrados, y la sensación de “ser una carga” para el grupo.

Es importante poder transformar estas situaciones que nos generan enojo, malestar, angustia y tristeza, en factores positivos que nos movilicen a repensar nuestra realidad desde otra mirada.

Para comenzar es fundamental poder poner en palabras lo que uno va sintiendo y pensando ante estos distintos hechos, registrando estas emociones y expresándolas con un profesional o una persona de nuestra confianza, esto produce un alivio inmediato, baja nuestros niveles de ansiedad generando tranquilidad.

En el consultorio cuando llega un paciente con esta condición, una vez que se pasó por ese momento de “desahogo”, se pueden empezar a pensar estrategias adaptadas a cada uno, teniendo en cuenta su edad, su historia, su situación familiar, social, laboral, etc. Redefiniendo esquemas, despejando la connotación negativa que muchas veces le adjudican a su nueva condición, o temores propios en la recepción del diagnóstico.

De esta manera se elabora un plan de trabajo que propicie la construcción de un camino propio, singular, de transitar la vida, teniendo en cuenta sus posibilidades, su estilo de vida. Es necesario que nuestra alimentación sin tacc no se convierta en el foco de atención de nuestra vida, nunca debemos olvidarnos de que eso será solo una parte más de nosotros. Se debería poder integrar lo que éramos antes de la recepción del diagnóstico, lo que somos y sentimos en el momento presente con lo que seremos, todo como una totalidad. Así los cambios que trae aparejado el diagnóstico serán menos invasivos para nuestra subjetividad.

Además del acompañamiento psicológico, es fundamental el acompañamiento y apoyo que el paciente celiaco puede recibir de su entorno más próximo, familiares

y amigos. Es importante para poder transitar esta nueva condición con un impacto menor y poder vivir con naturalidad nuestra forma de alimentación.

Para ello es necesario no aislarse y comentar como será nuestra dieta, permitirles poder expresar las fantasías que les puede generar nuestra condición, asumiendo ellos también el reto de tener un celíaco entre su círculo.

Un objetivo más de la terapia es la entrevista con los familiares del paciente, y así poder pensar en cómo conservar la dinámica familiar, social, laboral sin que el diagnóstico constituya un obstáculo, sino todo lo contrario. Verlo como oportunidades de probar nuevos sabores, conocer lugares que antes no se frecuentaban, de esta manera acompañar al familiar que debe incorporar cambios en la alimentación. Así la misma será integrada con mayor facilidad al núcleo afectivo de aquel que sigue la dieta. El paciente de esta manera se siente más seguro y apoyado por sus afectos en este camino.

Como hemos visto se producen una serie de modificaciones en la cotidianeidad de la persona celiaca, pero si la persona suele aislarse, estar triste, no salir de la cama e inclusive negarse a comer, son algunos de los síntomas en los cuales la celiaquía y la psicología tienen un grado de relación elevado.

Ante la presencia de cualquiera de estos síntomas que puedas identificar en ti mismo, no dudes en consultar con un especialista.

María Noelia Campero - M.P. 3830

Psicóloga: niños adolescentes y adultos



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